lunes, 12 de abril de 2010

El relato que soñé

Anoche escribí un relato mientras dormía. Cuando desperté, intenté recordarlo, pero era incapaz de ponerlo en pie. ¡Tales son las tropelías que debemos sufrir los que profesamos el amor por la escritura!
Era el relato perfecto. De principio a fin. No sobraba ni faltaba palabra. Tenía la solemnidad y prosopopeya características de un escritor tan ilustre. Pero no conseguía recordarlo. Por lo visto los escritores somos capaces de lo mejor y lo peor.
Poco a poco, empezaba a recordar algunas cosas: recordaba puntos, recordaba comas, recordaba puntos y comas, recordaba dos puntos... Pero lo importante, lo enjundioso, que diríamos aquí, seguía sin aparecer. ¡El contenido, Dios, el contenido!
Tuve la sensación de haber estado siglos recordando, períodos de tiempo indefinidos. Hasta que las palabras, divinas palabras, empezaron a dilucidarse.
Aparecían de manera aislada, por lo que parecían carecer de sentido. Por aquí aparecía un que; por allá aparecía un cuando; por acullá un porque. El sueño de todo restaurador, pero la pesadilla de este filólogo.
Como imaginaréis, al final, conseguí recordar el relato, pero cuál fue mi sorpresa al observar que, lo que parecía una argamasa de palabras y signos sin sentido, es ahora lo que tenéis entre las manos.

1 comentario:

  1. El cantautor Silvio Rodríguez escribió una canción titulada "Unicornio". En ella lamentaba que se había perdido su Unicornio ese que pescaba con su cuerno las canciones y cuya vocación era saber compartirlas...Es bello cantar de vez en cuando a las musas...esas que aparecen en el lugar más insospechado, que nos susurran cosas al oído, y que nos fuerzan a compartir el secreto que nos han contado.
    ¡Sigue así! ¡Nos vemos pronto filólogo!

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