miércoles, 13 de abril de 2011

Jardín umbrío (1920)

Jardín umbríoJardín umbrío (1920) de Ramón del Valle-Inclán (1866-1936) recoge diecisiete títulos: tres novelas cortas («Rosarito», «Beatriz» y «Mi hermana Antonia»), dos escenas dramatizadas («Tragedia de ensueño» y «Comedia de ensueño») y doce cuentos («Juan Quinto», «La adoración de los reyes», «El miedo», «Un cabecilla», «La misa de San Electus», «El rey de la máscara», «Del misterio», «A media noche», «Mi bisabuelo», «Milón de Arnoya», «Un ejemplo» y «Nochebuena»).
El subtítulo de la obra, «historias de santos, de almas en pena, de duendes y de ladrones», anticipa los temas a tratar: la religión, la falsa religiosidad, la superstición, la posesión diabólica -el satanismo, tan importante en la tendencia decadentista de finales del siglo XIX-, el misterio, la leyenda, la violencia y la moral. En un sentido más dinámico, podemos hablar de lo divino, lo diabólico, lo fantástico y lo dramático.
El leitmotiv de la obra es el mundo gallego -verdadero protagonista del libro-, un mundo ancestral y mítico, lugar de nacimiento de Valle-Inclán y epicentro de sus grandes obras del ciclo galaico. Se puede decir con Unamuno que «lo galaico va en el ritmo, en la marcha ondulatoria y, a veces, como oceánica de su prosa».
En el apartado personajes se impone la figura de Micaela la Galana, una vieja doncella que le contaba historias de terror. Además encontramos abades, capellanes, curas, aristócratas, muchachas puras e inocentes, pastores, molineros, mozos, murguistas y bigardos. Mención especial merecen los animales, que alcanzan el valor de dramatis personae: culebras, lobos rabiosos, perros, gatos y búhos.
En «Juan Quinto» la expresión «los gallos cantaban quebrando albores» recuerda al verso 235 del Cantar de mio Cid («apriessa cantan los gallos e quieren crebar albores»). En «La adoración de los reyes» encontramos una hermosa comparación: «como el cielo de Arabia en las noches serenas». Que tiene su correlato en «Beatriz»: «del verde maléfico que tienen las fuentes abandonadas, donde se reúnen las brujas». En «Rosarito» el sintagma «del fondo oscuro del jardín» recuerda al primer verso de la rima VII de Bécquer («del salón en el ángulo oscuro»). A destacar «El miedo» y «Del misterio», obras maestras del relato corto moderno.
Mi padre dice que siempre viene bien terminar un trabajo con una cita. Antonio Risco ha escrito que Jardín umbrío es «una de las mejores colecciones de cuentos de toda la historia de la literatura española». Suscribo lo dicho. Altamente recomendable.

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