Los dos juntos vimos esa película que nos removió por dentro.
Éramos los únicos espectadores en la sala.
El proyector hacía un ruido como de mosca,
y los dos, allí sentados, sentimos pararse el tiempo.
Como cuando una mariposa bate sus alas,
y el sol se filtra por entre los poros.
Así nos sentimos...
Embargados por una felicidad constante,
por una sensación de bienestar permanente,
rumbo al oeste, hacia el horizonte, hacia ninguna parte.
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