martes, 22 de febrero de 2011

Luis

A mi padre

Luis estaba mirando por la ventana. Estaba mirando por la ventana mientras se mordía la uñas, largas como días sin pan y negras como la boca de un lobo. Miraba a los viandantes en sus rutinas, en sus idas y venidas, en sus hábitos, en sus manías, en su monotonía. Los miraba con la delicadeza de un prosa cadenciosa, llena de ritmos, como queriéndolos tocar. Pero para poder tocarlos tendría que cortarse las uñas.

Luis estaba mirando por la ventana. Estaba mirando por la ventana mientras se mesaba la barba, espesa como bosques hechizados y bermeja como unos labios repletos de carmín rojo. Miraba a los viandantes con ojos de turista japonés, simpáticos, curiosos, inquietos. Los miraba con la dulzura de una prosa poética, llena de tropos, como queriéndolos besar. Pero para poder besarlos tendría que afeitarse la barba.

Luis estaba mirando por la ventana. Estaba mirando por la ventana mientras se reía a carcajadas, como se ríe el mar cuando hay tormenta, como se ríe un loco. Miraba a los viandantes sabiéndose uno de ellos, sabiendo perfectamente lo que tenía que hacer. Cortarse las uñas, afeitarse. Afeitarse, cortarse las uñas. Los miraba con la complicidad de una prosa complaciente, llena de guiños, como queriendo salir a su encuentro.

Luis ha dejado de mirar por la ventana...

2 comentarios:

  1. Me parece bien, pero hay muchas frases que no entiendo como:"prosa cadenciosa" , "bermeja","tropos", Será mi incultura. Besos.

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